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La salud porteña, en terapia intensiva

La Nación, 15 de julio de 2012

 

Por Ángeles Castro

Falencias edilicias, equipamiento e instrumental obsoleto, quirófanos y camas de internación insuficientes, irregularidades en el servicio de limpieza, medidas de seguridad endebles y escasez de enfermeras, anestesistas y terapistas son las principales deficiencias que muestran los hospitales públicos porteños, una realidad que se repite desde larga data, pero que permanece vigente, según confirman recientes informes de la Auditoría General de la Ciudad.

 

Según relevamientos efectuados durante 2009 y 2010, que luego de ser procesados fueron aprobados por los auditores, la compleja problemática afecta a los hospitales de agudos Piñero, Vélez Sarsfield, Rivadavia, Durand, Zubizarreta, Pirovano y Ramos Mejía, al psiquiátrico de adolescentes Tobar García, al de infectología Muñiz, al Hospital de Quemados y la maternidad Sardá.

 

Pero, en rigor, las anomalías se registran en buena parte de los 33 hospitales que conforman el subsector público de salud de la Capital, que durante 2011 asistió 9.300.000 consultas (en guardias y consultorios externos), 181.000 internaciones y 30.000 partos, con 32.000 profesionales y auxiliares sanitarios.

 

La radiografía del sistema también destaca que el 60% de los pacientes atendidos provienen del conurbano bonaerense, porcentaje que se eleva significativamente en los establecimientos cercanos a la General Paz.

 

La vicejefa de gobierno, María Eugenia Vidal, y el ministro de Salud, Jorge Lemus, admitieron a LA NACION el déficit en recursos humanos, insumos e infraestructura, aunque destacaron que, desde 2007, fueron nombrados 6200 médicos y 2940 enfermeros, mientras que, a lo largo de este año, llegarán a los hospitales 100 millones de pesos en equipos.

 

La semana pasada, el cierre de la terapia intensiva pediátrica del hospital Durand -que Vidal y Lemus prometieron que reabrirá dentro de pocos días- volvió a situar la crisis hospitalaria en el centro de la atención de los porteños.

 

En ese sentido, el listado de anomalías detectadas por la Auditoría General de la Ciudad en 2010 abarca: el equipamiento de cardiología obsoleto en el Vélez Sarsfield, falta de enfermeros en el área de neonatología de la Sardá, ausencia de salidas de emergencias en el Zubizarreta, incumplimiento en los plazos de obra previstos en el Tobar García, unidades de atención intensiva del paciente infeccioso crítico cerradas en el Muñiz, tableros eléctricos en pésimas condiciones y fuera de normativa en el Rivadavia, así como ausencia de anestesistas para la utilización óptima del quirófano en el Quemados.

 

"Si bien los informes son fotos de años pasados, todo indica que nada ha cambiado. El macrismo parte de un error conceptual, piensan que una buena atención en los hospitales no les da votos porque son usados por habitantes de otras jurisdicciones; pero cualquier ciudadano acude por un accidente o por el empobrecimiento de las obras sociales. En el cuatrienio 2008-2011 disminuyó 20% la participación de las inversiones en salud en el gasto total respecto del cuatrienio 2004-2007", dijo el auditor por el kirchnerismo Eduardo Epszteyn, que fue funcionario del gobierno de Aníbal Ibarra, cuando también hubo deficiencias en los hospitales. "Estábamos en un contexto socioeconómico completamente distinto", justificó.

 

Desde el gobierno porteño, recordaron que este año el presupuesto para infraestructura en salud suma 150 millones de pesos. En tanto, desde 2008, se remodeló la guardia del hospital Fernández, se inauguró la primera etapa de obras del Tobar García, se habilitó un nuevo laboratorio y la nueva guardia en el Pirovano; fue inaugurado un pabellón de pediatría y la guardia en el Penna, y fue remodelado un pabellón del hospital de emergencias psiquiátricas del Alvear. Hay muchas obras más en proceso, según la información oficial.

 

"En relación con cómo encontramos el sistema, hubo avances. Mejoramos en materia de provisión de insumos, equipamiento y nombramientos. Y empezamos un camino en la reducción de las colas [ver aparte] y de las falencias edilicias. Sabemos que todavía falta mejorar", sostuvo Vidal. Y destacó la vetustez de algunos edificios, de difícil reacondicionamiento, como el Borda (150 años), el Muñiz (118 años) y el Rivadavia (125 años), en los que administraciones anteriores "no hicieron mantenimiento".

 

En cuanto a las designaciones de personal, Lemus recordó que, en 2007, los nombramientos tardaban dos años, mientras que hoy logró disminuirse la espera a entre seis y nueve meses.

 

Respecto de la dificultad para cubrir puestos de enfermería, terapistas, anestesistas y neonatólogos, señaló que "son especialidades por las que cada vez hay menos interés", por lo demandante que es su ejercicio.

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